Historias de Magallanes

LA ACADEMIA DE CHILE

jueves, noviembre 03, 2005

Nissim Sadia

Con Magallanes en su corazón

"Manojitos viene de mano y cuando te den esa mano, estréchala, no la rechaces..." Reflexión entrelazada, acaso un monólogo de ese gordo Nissim que ayer encabezaba, junto a su inseparable "bandita", un apoyo inconfundible al Magallanes de sus amores y que hoy, desde su lecho de enfermo, aún vibra -y seguirá vibrando- por ese querido club que lleva en sus venas.

"Si la Divina Providencia no dice otra cosa, estaré desde una nube, junto a Hugo Vidal, viendo el comportamiento de Magallanes en la Copa...".


Lo fuimos a ver a su hogar de Lo Martínez con Puerto Alegre, allá en el paradero 35 de Santa Rosa, junto a su esposa Flor Sarmiento y sus hijos Elías y Daniel. Un hogar acogedor, donde yace postrado en una cama, que no lo dejó vivir, junto a los suyos -esa gran familia de la tienda albiceleste- una emoción que él quiso compartir, en compañía de un puñado de músicos que, en las buenas y en las malas, se identifica con la enseña carabelera.

"Esa alegría que yo adivinaba, no lo podía creer y terminé por apagar la radio. Era un sueño que nadie me podía quitar".

Y cuando despertó a la realidad, a Nissim Sadia -el hincha símbolo de la Vieja Academia-, el recuerdo de una trayectoria jalonada de triunfos y sinsabores, aceleró los latidos de un corazón que no sabe de treguas. Que desea seguir palpitando para irradiar o contagiar con su fe y optimismo al más displicente seguidor de la campaña de un club que nació a la vera de la historia de fútbol profesional chileno. Porque ese hombre bonachón -querido por todos, con o sin partidismo de su club favorito- constituye un jirón que marcó un hito imborrable en el pasado, presente y futuro en la institución que "anclo" en la Villa de San Bernardo, para beneplácito de todos sus habitantes.

Humildad

Dueño de muchas anécdotas y genuino acumulador de tantas tardes y noches de dulce y agras de Magallanes, quisimos "calar" en lo más hondo de sus sentimientos, en este minuto actual, cuando la divisa de sus preferencias ha sacado lustre a una tradición que estaba tapada con el polvo del recuerdo. Y sus ideas, nostalgias, satisfacciones, desilusiones y añoranzas, se atropellan en su memoria que, no obstante el flagelo de su enfermedad, se mantienen frescas y ejemplarizadores.

"Siempre he estado pendiente de la suerte de mi club. Sé que la gloria, cuando no se encauza, desemboca en el drama. Es el sino de los clubes humildes y modestos. Es la ingratitud de muchos y bisoños jugadores que sueñan despiertos. Es el "pago" de quienes se formaron bajo su alero y que, de la noche a la mañana, se "marean" con un título o con una hazaña que ni ellos mismos predecían".


No pretende que lo mal interpreten. Sólo desea señalar parangones y justifica las transferencias de Luis Marcoleta y de Juan "Rápido" Rojas, que motivaron la adquisición de elementos con distinto destino. Como los casos de Rodrigo Santander, que se "valió" de Magallanes para demostrar su vigencia. O de Fernando Medina, que se asoma a su consagración. Ellos, para Nissim, representan o aglutinan un trabajo y proceso que costó edificar. "Si se quieren ir, que se vayan. Pero Magallanes no claudicará en su planificación, que responde sólo al esfuerzo y sacrificio".

Y una lágrima, amalgamada en su emoción que no puede contener, baña su rostro. "Si todos fueran como Adolfo Nef, ese "gringo" que nos quiere -fue el primero que lo visitó luego de ganar la liguilla- o como el "negro" Suazo, que por algo se ganó la jineta de capitán, yo podría seguir soñando y le pediría a Dios que nunca me despertara. Pero la ley de la vida es inexorable. Y llegaré a esa meta a la que todos, tarde o temprano, debemos llegar. Y llegaré con Magallanes junto en un rincón de mi corazón".

Por Guillermo Vilches
21 de Abril de 1984 / Nº 41 Punto y Gol - La Nación

 
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