Historias de Magallanes

LA ACADEMIA DE CHILE

lunes, enero 05, 2009

Banda en el tablón


Antes de las garras blancas y los de abajo, antes del Rock del Mundial, antes incluso de la era dorada de los clásicos universitarios, la única que ponía música en las canchas era la Bandita de Magallanes.




"Ahora es bandita. Antes era banda", precisa José Painiqueo. "Cuando llegué (1970) éramos como quince. Siempre la bandita de Magallanes fue grande", agrega John Bernal (baterista). "Puros bronces, no más. Trombones y trompetas, para que se escuchara fuerte".


Inaugurada hacia los años '40 con músicos del Orfeón Municipal de Santiago, la Bandita de Magallanes aún no existía para cuando la Academia, como bautizó al equipo el decano periodista Mister Huifa, fundó el fútbol profesional chileno en 1933 y fue campeón de sus tres primeras ligas, entre 1933 y 1935. Pero la banda sí escoltó a Magallanes por gestas gloriosas como su paso por la Copa Libertadores de 1985.

Gran parte del entusiasmo de esa época, era motivado por el ya fallecido e histórico jefe de barra, Nissim Sadía, sibarita y conocedor de paradas obligadas en el regreso de provincia a San Bernardo, como el "Juan y Medio". El "gordo Nissim" evoca Bernal, "vivía por ahí por Santa Rosa, tenía una fábrica de alfombras, y era el alma de la fiesta: el que más gritaba, bailaba con la señora y llevaba el pandero".


La hazaña del trompeta de Magallanes

No ha habido en el fútbol chileno una orquesta más constante que la Bandita. "El Audax también tenía una, pero cuando jugaba en Santiago, con músicos del Orfeón de Carabineros, dice Bernal. "Y Colo Colo tuvo una banda grande, de la Escuela Militar, por ahí por el '70. Pero fue un año, más no".

Quién está ahí para corroborarlo es Julio Martínez. "Muy pocos clubes tuvieron una banda", dice. "Santiago Morning una hasta no hace mucho. Barras sí había, hasta degenerar, ésa es la palabra, en lo que hay ahora. Pero la banda de Magallanes se singularizó por su fidelidad y por algo que ahora parece un verdadero milagro: limpia, pulcra, jamás una ofensa, una letra grosera, una melodía indecente. Todo lo contrario que impera ahora en el fútbol. Y estaba formada por músicos profesionales. No es banda de circo".

De la vieja guardia poco queda. "Casi todos están fallecidos", explica el baterista, quien cita a algunos veteranos. "El señor Santelices. El señor Liberona. El señor Sáez", recuerda. "Y el Comandante", agrega. "Un trompetista, José Villalobos. Era del (regimiento) Buin. Falleció hace poco, a los 95 años. Y todavía tocaba. Don Julio Martínez siempre se acordaba de él".

Don Julio lo corrobora. "Cuando murió Raúl Prado, el excelente relator, en mayo del '83, esa noche hubo fútbol en Santa Laura. Se guardó un minuto de silencio antes del partido, y fue entonces cuando se escuchó un clarín... Sin que nadie lo hubiese pedido, subió un trompetista de Magallanes a la caseta, instaló su instrumento frente al micrófono y acompañó al minuto de silencio... Y ese minuto de silencio, la verdad, nos llevó a las lágrimas a muchos. Fue impresionante el gesto de la bandita de Magallanes".

Por David Ponce
Revista Wikén / 1 de noviembre de 2001
 
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